martes, 26 de enero de 2016

Simplemente Adriana o los matrimonios homosexuales caníbales

Por Andrés Gallegos

En nuestro programa de hoy, titulado 'Los homosexuales se comerán a tus hijos', veremos el daño que ocasionan estos depravados con sus preferencias. Por eso los convocamos a ustedes, madres y padres de familia influenciables y prejuiciosos, a que continúen en las penumbras marchando como borregos detrás de una manifestación excluyente y cavernaria.

La Biblia, la palabra de Dios que nunca se equivoca, contiene innumerables citas que comprueban el daño que los gay le hacen a TÚS hijos. Ya no hablemos de aquel pobre infeliz al que Dios mató por hacerse una chaqueta, o a esa Sodoma de la época de Abraham consumida por las llamas divinas. Desde Moisés hasta San Pablo, encontramos casos de canibalismo contra los niños, esas bellas criaturas del Señor. E incluso ahora, en un mundo atacado por plagas como la educación laica y los derechos humanos, esos enfermos insisten en comerse a toda la infancia, pero su sed de sangre y vísceras solo puede ser aplacada por la infinita ira divina.

Dígame señora, dígame señor que nos está escuchando, ¿qué haría usted si un día algún matrimonio homosexual secuestra a tu niño para cocinarlo a las brasas y salpimentarlo para darle un mejor sabor?, ¿que un día, saliendo de la escuela, una pareja de marimachas droguen a tu criatura para devorar sus sesos en un rico caldo, y guarden el resto del cuerpo en el congelador?. Los gay no pueden tener hijos primero para sacrificarlos al fogón después, porque el canibalismo está para que lo ejerzan los padres irresponsables que los abandonan en la calle, las empresas que los usan como mano de obra barata, o la pobreza que los arrincona a marchitarse de hambre viviendo de limosnas.

Por eso es que los homosexuales no deben casarse ni tener hijos, luego falta que pidan hogar, educación y asistencia médica los muy desgraciados. Ningún cristiano o hijo de Dios debe amar a sus enemigos o al prójimo como a sí mismo, porque todos sabemos que Jesús era un hippie mugroso con ideas comunistas. Por eso hay que marchar, radioescuchas, para inculcar la intolerancia y entrometernos en la vida pública de los demás con nuestras frustraciones, para obligar a los demás a pensar legalmente como nosotros, a dominar los cuerpos y las vidas sexuales de los demás. ¿Porque tener cariño por esos cocineros de niños, para que después te digan en tu cara lo deliciosos que saben?

Los matrimonios del mismo sexo atentan contra nuestro modo de vivir. ¿No lo entienden, caníbales?. Queremos familias disfuncionales, donde el padre golpeé a su mujer y maleduque a sus hijos, donde lo mejor sea traer niños para abandonarlos a merced de las miserias de la creación, donde las mujeres se embaracen jóvenes y sean juzgadas como putas por la ropa que visten, donde nuestros santos curas puedan tener sexo con niños sin ninguna restricción, donde podamos curar a los gay una enfermedad que no tienen, donde el sexo se prohíba para que después esta pulsión se degenere mediante otras vías. Todo eso nos pertenece, y debe compartirse entre un hombre y una mujer

Doy gracias al Señor por otro inspirado programa de pensamiento positivo y desarrollo humano. El amor de Dios es tan grande que no me cabe en el cuerpo.

ADDENDUM
Comentarios sobre familia, matrimonio homosexual y los niños benditos

Existen diversos tipos de familias en el mundo, el modelo de familia que toma la iglesia católica (madre, padre e hijos) es solo una de muchas existentes. Además, este modelo tradicional se ha ido socavando por diversos fenómenos, como un creciente número de divorcios y otros tipos de familia como la monoparental o la unión libre, que por lo general no son bien vistas por la Iglesia. Ya ni hablemos de otras prácticas familiares como la poligamia en Asia o las familias extensas rurales en países como India. Así que hay más tipos de familia de lo que se cree, y no lo que defina la visión restringida de la iglesia católica.

Yo prefiero utilizar un concepto moderno de familia, que incluya a las familias de elección o de afinidad, donde entrarían los matrimonios homosexuales. Prefiero usar el término del sociólogo Christopher Carrington, que define la familia como "personas que se aman y cuidan". En los matrimonios gay, aunque los hijos no sean "de sangre" o no se tengan hijos, se desarrollan actividades similares que en una familia "normal", como planificar labores de alimentación, cuidado de parientes, tareas domésticas, etcétera. Incluso, resulta irónico que cada vez más gays quieran formar una familia con dos padres o dos madres e hijos, en una etapa donde este tipo de organización declina.

Sectores conservadores de la Iglesia se ponen una venda en los ojos y se aferran a sus estructuras de pensamiento tradicionales cuando la realidad marca cambios que hay que entender y no anatemizar. Manuel Castells muestra en "El poder de la identidad" que en Estados Unidos el 25% de los niños no vivían con sus dos progenitores en 1990, de un 13% en 1960. Apenas la mitad de los hijos viven con sus dos padres biológicos, ya sea que vivan con solo uno o con algún padrastro o madrastra. En México ocurren fenómenos que contravienen la familia tradicional católica pero que son visibles, como los hijos ilegítimos o bastardos y el aumento de divorcios, de casi 20 por ciento entre 2000 y 2011 según el INEGI.

Por último, yo creo que los niños, al saber si tienen dos papás en vez de una mamá y un papá, les pasará lo mismo que a aquellos niños con padres divorciados, con el padre o la madre ausentes, o los que directamente no tienen papás y viven con los tíos o los abuelos, un enfrentamiento con el status quo que considera normal vivir con una familia conformada por un hombre y una mujer. "Defender la familia" también es defender todos los tipos de familia, incluso las de las llamadas "minorías", porque un gobierno democrático hace leyes para protegerlas o si no abusaría de su poder. Y "defender los derechos de los niños" es una actividad mucho más profunda que evitarles el contacto con los "perversos homosexuales come niños", tan capaces de criar hijos como un matrimonio heterosexual. No existe ninguna evidencia científica que los matrimonios homosexuales dañen o perturben a sus criaturas por el simple hecho de tener esta preferencia sexual. Si tienen evidencias no religiosas al respecto, muéstrenlas.

Respecto al aborto, es un tema más complejo. Pero me gustaría tocar el tema de los abortos indirectos. La iglesia católica más cavernaria, la que piensa que hasta una "Manuela" es un asesinato de millones de seres humanos y un condón es un instrumento del demonio, no mide con la misma vara estos casos donde la madre "mata a su hijo" pero de forma indirecta. Marvin Harris lo explica mejor en "Nuestra Especie".

"Debido a los peligros que afrontan las madres para practicar el aborto en las sociedades preindustriales, las mujeres prefieren muchas veces destruir al recién nacido que al feto". Harris refiere como métodos indirectos, "dejarlo morir de hambre lentamente, descuidarlos física y psicológicamente, y permitir que ocurran 'accidentes' ". Se le adjudican a esos niños no queridos signos de fatalidad y su muerte se recibe con cierto alivio, tildando el fallecimiento como "voluntad de Dios" o una llamada al cielo para convertirse en un "angelito". La explicación de este fenómeno viene acompañada con datos empíricos. ¿Esto es un atentado contra la vida también?.

martes, 19 de enero de 2016

Esperando al funcionario

Por Andrés Gallegos
ACTO PRIMERO

(Sala de prensa de una secretaría de gobierno. Al frente, mesa con mantel verde, dos micrófonos, y los nombres de los funcionarios con errores tipográficos.  Al centro, sillas y mesas, dispuestas como un salón de clases. En el otro lado del recinto, una bocina para “los de radio”. Al costado de la bocina, otra mesa, con dos platos, uno de galletas de chocolate, y otro con bocadillos de jamón y queso derretido, botellas de agua y latas de refresco. )

(Entra Andrés y saluda a Rogelio, quien sentado con su iPad revisa su perfil de Facebook. El wi-fi jala lento y eso agrieta el pacífico y monolítico carácter de Rogelio).


ANDRÉS: (deja su mochila con seis libros que nunca lee para fortalecer su espalda hasta dejarla como la de un luchador grecorromano) ¿Y ahora que te tocó de agenda?

ROGELIO: (quitándose los audífonos y parándose de su silla) A las once un evento con Pablo Lemus, y a la una algo de unos güeyes que protestan quién sabe qué.

ANDRÉS: (viendo con apetito los bocadillos de jamón y queso derretido) Bien, yo nada más tengo este evento.

ROGELIO: OK… (agarra un vaso de hielo seco para tomar café, con carácter estoico ante la falta de conversación interesante de su compañero) ¿Qué tal la chamba?

ANDRÉS: Pos allí está (se frota los ojos, echándose en la cara decenas de boronas del bocadillo previamente devorado). Ahí vamos, dándole. Tenemos vida, que es lo que importa (esto último lo dice en sentido filosófico y trágico, como si fuera un Macbeth recitando “la vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye…”).

ROGELIO: Chingón, mi Andrés (se sienta a reanudar su actividad anterior, pero el internet desapareció y le da un manotazo a la mesa).

(Andrés se zampa tres galletas de chocolate de un jalón, y aprueba el sabor metiéndose el dedo en los costados del aparato bucal. Saca los restos de comida y los chupa con gran placer)

(Silencio)

(Se escuchan pasos en la sala de prensa. Llegan los camarógrafos, compañeros reporteros de prensa escrita, periodistas de la radio que expropian la grabadora para tomar el mejor audio. Platican de lo mamones que son los de gobierno negando entrevistas exclusivas, sobre si recogieron acreditaciones de prensa para cubrir Expo Chiles Secos 2016, y lo soleado y fresco que está el día)

ANDRÉS: Se está tardando en venir el funcionario

ROGELIO: Que raro, siempre es puntual. (Con dudas en su tono de voz) La orden de información decía a las diez de la mañana.

ANDRÉS: (Comiendo el último bocadillo que había en el plato) ¿Qué días descansas?

ROGELIO: Ninguno, soy periodista

ANDRÉS: Es cierto. Los periodistas no tenemos días de descanso. (Divaga) Recuerdo que en el primer día que estudié periodismo, el jefe de carrera nos decía en voz alta, “hatajo de muchachos creídos y zarrapastrosos, si ustedes creen que vinieron a ser famosos y salir en la televisión, se equivocaron de carrera. El periodismo no come ni bebe, el periodismo es sufrimiento, es la sangre de Cristo en la cruz, el encobijado que encuentran muerto días después, el trabajador que denuncia las injusticias del desempleo y los sueldos bajos, y al mismo tiempo lo despiden sin previo aviso por no tener contrato firmado, atrasándole y negándole el salario. Así que su plan de vida será similar al de los filósofos cínicos de la antigua Grecia, vivir en un tonel con una escudilla y pedir comida en la calle. Vivirán como los perros que son, ¿entienden, canallas?”. Luego lo vimos conduciendo una Ford Explorer del año. Era un hombre muy simpático...

ROGELIO: (Interrumpe la perorata con un tono de esperanza). Espera, allí viene Lupita la de comunicación.

(Aparece Lupita la de comunicación. Lleva unas hojas en la mano izquierda y un celular en la mano derecha. Viste de traje sastre, con un saco gris de tres botones y una falda que le llega a las rodillas. Pelo negro suelto. Tiene entre 22 y 29 años de edad)

ROGELIO: Seguimos esperando

LUPITA LA DE COMUNICACIÓN: ¿A quién?

ANDRÉS: Al funcionario

ROGELIO: ¿Sabe cuándo vendrá?

LUPITA LA DE COMUNICACIÓN: No me dijo, pero hoy no viene.

ANDRÉS: ¿Pero vendrá mañana?

LUPITA LA DE COMUNICACIÓN: Seguro

ROGELIO: Gracias

(Silencio)

LUPITA LA DE COMUNICACIÓN: Les entrego estas hojitas (pasa con el resto de compañeros a repartirlas). Saludos, muchachos, buen día (se va).

(Andrés y Rogelio leen las hojas. Andrés lee en voz alta el contenido de las mismas)

ANDRÉS: (Leyendo) “Jalisco va muy bien. Es segundo lugar en generación de empleos formales, con más de 71 mil nuevos empleos en este 2015. La inversión extranjera directa es de más de mil 900 millones de dólares. Exportamos berries y limón a Corea, y autopartes a Japón. Somos uno de los estados que más turismo atrae, principalmente a Guadalajara y Puerto Vallarta. Esta administración impulsa, como nunca en la historia, el empleo bien pagado y el bienestar de las familias de Jalisco. El estado avanza, gracias a las buenas acciones encabezadas por el gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz...” (deja de leer en voz alta y repasa con rapidez el resto del documento).

ROGELIO: Está buena la notilla, ¿de cuánto la vas a hacer?

ANDRÉS: Como de seis mil caracteres, nada más para joder al editor.

(Silencio. La sala de prensa poco a poco se vacia, hasta dejar a los dos chiflados solos. Andrés escribe la nota en su celular y Rogelio en su laptop, pero no la puede enviar porque desconectaron el Internet, y se frustra otra vez).

ROGELIO: Recuérdame de traer una cuerda para mañana.

ANDRÉS: ¿Para qué?, no hay un árbol aquí para ahorcarse.

ROGELIO: Lo encontraremos. Traeré suficiente cuerda para ahorcarnos los dos.

ANDRÉS: ¿Valdrá la pena? ¿Y si viene el funcionario?

ROGELIO: No lo sé, nunca he intentado algo tan peligroso como ahorcarse. Si mañana viene el funcionario, nos salvaremos.

(Silencio)

ANDRÉS: ¿Nos vamos pues?

ROGELIO: Nos vamos

(No se mueven)

ACTO SEGUNDO

(Sala de prensa de una secretaría de gobierno. Al frente, mesa con mantel verde, dos micrófonos, y los nombres de los funcionarios con errores tipográficos.  Al centro, sillas y mesas, dispuestas como un salón de clases. En el otro lado del recinto, una bocina para “los de radio”. Al costado de la bocina, otra mesa, con dos platos, uno de galletas de chocolate, y otro con bocadillos de jamón y queso derretido, botellas de agua y latas de refresco. )

(Entra Andrés y saluda a Rogelio, quien sentado con su iPad revisa su perfil de Facebook. El wi-fi jala lento y eso agrieta el pacífico y monolítico carácter de Rogelio).

ANDRÉS: (ahora con ocho libros en su mochila, entrena su espalda para cargar al mundo, como el titán Atlas, o para llevar la piedra a lo alto de una montaña sin importar que esta se le vuelva a caer, como Sísifo) ¿Y ahora que te tocó de agenda?

ROGELIO: (quitándose los audífonos y parándose de su silla) A las doce un evento en el ayuntamiento de Tonalá, y por la tarde el gobernador hará entrega conmemorativa de botellas de vino y putas para sus secretarios en Casa Jalisco, en un acto protocolario abierto a los medios

ANDRÉS: (viendo con apetito los bocadillos de jamón y queso derretido) Bien, yo nada más tengo este evento.

ROGELIO: OK… (toma una botella de agua, porque el café de ayer le pareció muy malo. La conversación de su compañero sigue siendo aburrida y estólida) ¿Qué tal la chamba?

ANDRÉS: Pos allí va (también se apropia de una botella de agua, pero pasa mal el líquido y se moja la ropa como un niño chiquito). Ahí vamos, dándole (repite esta última palabra con la misma intensidad filosófica y trágica del gran pensador Don Omar recitando “dale, don, dale, pa' que se muevan la yale. pa' activar los anormales, y al que se resbale boster dale, dale”).

ROGELIO: Chingón, mi Andrés (se sienta a reanudar su actividad anterior. El internet resolvió sus dificultades, jala muy bien y se pone a ver un video de borrachos en YouTube).

(Andrés se zampa cinco galletas de chocolate de un jalón. Ya no se saca los restos de comida con el dedo, ahora prefiere hacerlo con la lengua)

(Silencio)

(Se escuchan pasos en la sala de prensa. Llegan los camarógrafos, compañeros reporteros de prensa escrita, periodistas de la radio que expropian la grabadora para tomar el mejor audio. Platican de lo mamones que son los de gobierno negando entrevistas exclusivas, sobre si recogieron acreditaciones de prensa para cubrir Expo Peceras 2016, y lo frío y nublado que está el día)

ANDRÉS: Se está tardando en venir el funcionario

ROGELIO: Que raro, siempre es puntual. (Con dudas en su tono de voz) La orden de información decía a las diez de la mañana.

ANDRÉS: (Comiendo el último bocadillo que había en el plato) ¿Has tenido alguna vez problemas con ciertos funcionarios, como amenazas, golpes o que te amedrenten pidiendo que no saques alguna nota?

ROGELIO: Un chingo, soy periodista.

ANDRÉS: Es cierto. Los periodistas no tenemos tranquilidad. (Divaga) Recuerdo que una vez que iniciaba mis prácticas en una estación de radio, iba a hacerle una entrevista a un secretario académico de la universidad donde estudié la carrera de periodismo. Pero este señor, un obeso mórbido, un buscapleitos con antecedentes pandilleros, como todos los que tienen altos puestos en la burocracia universitaria, me quitó la grabadora mientras me gritaba “a chingar a su puta madre, pinche muchacho pendejo, porque no te vas a la verga de aquí, pendejo, idiota. Tu a mí me la pelas y me chupas los huevos, baboso pendejo, ¿quién te crees?.  Lárgate de aquí si no quieres que te ponga una putiza“. Por alguna razón samaritana, el secretario académico me dio la grabadora, pero me siguió insultando en voz alta, tanto que ya estaba de regreso en la estación de radio y todavía escuchaba esas palabrotas desde lejos. Luego, ya cuando salí de la carrera, me enteré de que eligieron a ese señor rector de un centro universitario regional, según un comunicado oficial, “por su egregia y delicada labor en preservar los valores educativos de la Universidad”. Pero en fin, tienes razón cuando…

ROGELIO: (Interrumpe la perorata con un tono de esperanza). Espera, allí viene Lupita la de comunicación.

(Aparece Lupita la de comunicación. Lleva unas hojas en la mano izquierda y un celular en la mano derecha. Viste de traje sastre, con un saco gris de tres botones y una falda que le llega a las rodillas. Pelo negro suelto. Tiene entre 22 y 29 años de edad)

ROGELIO: Seguimos esperando

LUPITA LA DE COMUNICACIÓN: ¿A quién?

ANDRÉS: Al funcionario

ROGELIO: ¿Sabe cuándo vendrá?

LUPITA LA DE COMUNICACIÓN: No me dijo, pero hoy no viene.

ANDRÉS: ¿Pero vendrá mañana?

LUPITA LA DE COMUNICACIÓN: Seguro

ROGELIO: Gracias

(Silencio)

LUPITA LA DE COMUNICACIÓN: Les entrego estas hojitas (pasa con el resto de compañeros a repartirlas). Saludos, muchachos, buen día (se va).

(Andrés y Rogelio leen las hojas. Andrés lee en voz alta el contenido de las mismas)

ANDRÉS: (Leyendo) “Jalisco va muy bien. Somos primer lugar en generación de empleos formales, con más de dos mil millones de nuevos empleos en este 2015. La inversión extranjera directa es de más de 8 trillones de dólares. Exportamos robots con conciencia propia y naves espaciales a Corea, y máquinas de tele transportación a Japón. Somos uno de los estados que más turismo atrae, recibiendo visitantes en los 125 municipios de la entidad. Esta administración impulsa, como nunca en la historia, el empleo bien pagado y el bienestar de las familias de Jalisco. El estado avanza, gracias a las buenas acciones encabezadas por el gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz...” (deja de leer en voz alta y repasa con rapidez el resto del documento).

ROGELIO: Está buena la notilla, ¿de cuánto la vas a hacer?

ANDRÉS: Haré una novela rusa, tipo “Guerra y Paz” de Tolstoi, nada más para joder al editor.

(Silencio. La sala de prensa poco a poco se vacia, hasta dejar a los dos chiflados solos. Andrés escribe la nota en su cuaderno, porque olvidó su celular en la casa, y Rogelio en su laptop, quien ahora si puede enviar la nota a tiempo gracias a la buena recepción de Wi-Fi en la sala de prensa).

ROGELIO: Recuérdame de traer una cuerda para mañana.

ANDRÉS: ¿No la trajiste como habías dicho ayer?. Pero no servirá de nada. Ya te dije que no hay un árbol aquí para ahorcarse.

ROGELIO: Lo encontraremos. Traeré suficiente cuerda para ahorcarnos los dos.

ANDRÉS: ¿Valdrá la pena? ¿Y si viene el funcionario?

ROGELIO: No lo sé, nunca he intentado algo tan peligroso como ahorcarse. Si mañana viene el funcionario, nos salvaremos.

(Silencio)

ANDRÉS: ¿Nos vamos pues?

ROGELIO: Nos vamos

(No se mueven)

domingo, 17 de enero de 2016

Escondiendo el desempleo en el sótano

O como, con el pretexto de la formalidad, se esconden los cadáveres resultantes de la economía sumergida, y surgen payasos tenebrosos que asustarán a los gobiernos.

Por Andrés Gallegos

En 1978, descubrieron 33 cadáveres en el sótano de la casa de John Wayne Gacy. Este ciudadano de Chicago era un empresario respetable, conversador parrillero de fin de semana, y hombre comprometido con las causas sociales, quien se disfrazaba de payaso para llevar alegría a los niños. Quienes lo conocían, veían en Gacy a un líder político, un ciudadano modelo, el prototipo perfecto del self-made man, el americano afortunado que se realiza a sí mismo. Pero durante los últimos meses de vida, antes de que lo atraparan y se conocieran sus repugnantes actos, Gacy invertía en carbón de multitudinarias carnes asadas, perfumes y artículos de limpieza, para cubrir el mal olor que desprendía el sótano de su casa. La gente percibía los hedores, pero lo atribuían a un sistema de drenaje defectuoso o a la suciedad de los vecinos. Cuando los cadáveres, algunos hasta seis años pudriéndose en el sótano de Gacy, al fin reconocieron a sus familias que por tanto tiempo los buscaron, el desengaño y el sentimiento de culpa fueron tan grandes que tuvieron que demoler la casa para limpiarse de la hediondez que nunca supieron denunciar a tiempo.

Al saber del reciente desmantelamiento de los puestos de comida ubicados a las afueras de CUCEA y la Preparatoria 10, se me presentó la siguiente impresión: ante la falta de una perspectiva real de empleos dignos y apegados a la ley (más allá de las cifras alegres de los gobiernos), todos los comerciantes ambulantes desalojados pasan de ser invasores de banquetas a cadáveres pudriéndose en el sótano. Los nuevos gobiernos de la Zona Metropolitana de Guadalajara, junto a una administración estatal que maneja el mismo discurso, más allá del partido político, defienden la aplicación de la ley para favorecer al comercio formal de esa “gente holgazana y sucia que solo quieren ganar dinero fácil”. El problema es que las alternativas de trabajo parecen insuficientes o no justifican el alineamiento a la legalidad. Mientras el costo de la canasta básica se eleva, y con ella se deprime la calidad de vida y el bienestar de las familias, los salarios mínimos con los que se fijan los sueldos de la formalidad, se elevan míseros dos o tres pesos. La economía sumergida, pese a su intrínseca ilegalidad, es el campo de batalla donde la gente se bate a duelo para mantenerse el día a día, sin pagos de impuestos o permisos que reduzcan su poder adquisitivo, dinero fácil que sirve para calmar el hambre hoy, sin importar si hay enfermedades para mañana que puedan ser aliviadas con seguro médico o prestaciones de ley. La actualidad de sueldos estancados que cada vez compran menos cosas y la disposición de empleos que claramente no están a la altura de las necesidades de la gente, hacen que pervivan muchos informales, esos que ahora los gobiernos se quieren quitar de encima a cualquier costo.

La estrategia de acabar con cualquier clase de ambulantaje, en mi opinión, es una manera de echar cadáveres al sótano, mientras se trabaja en reducir el hedor. Tengo la impresión de que el combate encarnecido a la informalidad, es una argucia de legitimación gubernamental ante los grandes capitales del estado. A través de la asimilación semi-forzosa del ambulante a la economía formal, se pretende la captación de recursos públicos e impuestos que no se atreven a fiscalizar a los más ricos. Zapopan, tierra de acaudalados tan asustados por el rapto de sus riquezas, que deciden encerrarse mediante la privatización y enrejado de sus prósperas colonias; tierra donde las inmobiliarias son prósperas, sin importar si se acaban los pulmones naturales de la ciudad o desquician aún más la vialidad de la ciudad; tierra donde atragantarse de plazas comerciales lujosas tipo Andares son muestras de bienestar económico, mientras negar hasta las tortillas duras a los migrantes que pasan por sus casas es sinónimo de limpieza y seguridad; tierra que, según su mismo alcalde Pablo Lemus, es una de las “más desiguales del país”; acaba de descubrir que su principal problemática son los vendedores de comida no fiscalizados. Envueltos en el manto sagrado de la legalidad y la formalidad, los gobiernos se vuelven simpáticos ante los empresarios y cámaras de comercio, mientras los desterrados de la economía informal se les pudren debajo del jardín verde y regado que adornan sus casas.

Leí la extraordinaria crónica de Gonzalo Jáuregui, del periódico El Informador, del ambulante que se convirtió en el payaso “Pennywise”, de la película “It”, basado en una novela de Stephen King. El escritor de Maine se basó, a su vez, en la historia de John Wayne Gacy y su payaso bondadoso que hacía reír a los niños, pero a la distancia del tiempo y sabidas las fechorías de este asesino serial, verlo vestido como “Pogo” es perturbador. Así como el ambulante desterrado que ahora asusta para ganarse la vida, la insuficiencia de la economía formal en ofrecer trabajos decentes a esos que ahora les quita sus puestos de la calle, volverá a los afectados en dos tipos de personajes: o serán las víctimas desintegradas de ese sótano llamado desempleo, con todo lo que conlleva (mayor posibilidad de delincuencia, una vida aún más precaria, o hacerla de multichambas en empleos monótonos para ganarse la vida consumiéndosela con prontitud). O se convierten en las extensiones de la imaginación desquiciada del asesino serial, y así se visten de payasitos viviendo en los pozos y drenajes a los cuales está siendo arrumbada la economía sumergida. Ninguna de las dos opciones es saludable para los gobiernos, hoy imbuidas de la respetabilidad y el carisma de John Wayne Gacy antes de saberse sus crímenes. La primera opción ocasionará que los cadáveres ya no quepan en el sótano y entonces el gobierno arrojará los cuerpos a ríos, bajo un mayor riesgo de que se encuentren las evidencias del delito. En la segunda, corren el riesgo de que los payasos salgan del suelo y provoquen traumas mayores y noches de pesadilla.

martes, 12 de enero de 2016

The governor speaks

Por Andrés Gallegos

Como reportero de asuntos políticos, tengo una larga experiencia entrevistando a delincuentes. Una vez hablé con un alcalde cuya honestidad, rara en un político, lo había hecho confesar que “si había robado, pero poquito”. Otra vez platiqué con un Herodes mexicano que torturaba y mataba amigos periodistas casi como una patología serial, pero me decía alegremente que en su estado sólo desaparecen los Gansitos de las tiendas. Finalmente, recuerdo una conversación con un mandatario estatal que organizaba matrimonios dispendiosos, como si fuera un jeque árabe, y le maquillaban el rostro como un actor de telenovelas, pero tan embellecido quedaba que al final ya no sabía si estaba platicando con un ser humano o con un maniquí.

Tal vez por estos antecedentes, en principio no me sentí agobiado cuando recibí un correo electrónico cuya veracidad y origen eran del todo precisos. El gobernador Aniceto Tormenta, emperador plenipotenciario, alteza serenísima y estrella iluminadora de las conciencias ciudadanas del estado de Colosio, quería hablar conmigo de manera exclusiva. “Mañana, una de la tarde en palacio de gobierno, llegue diez minutos antes”. Sinceramente, esperaba una amenaza de muerte antes que la aprobación de una entrevista por parte una persona que prefiere desaparecer a los periodistas que entrevistarse con ellos. Llegó a mi mente aquella frase de Julio Scherer cuando se encontró con El Mayo Zambada, “si el Diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos”, pero súbitamente recordé la fama peligrosa, más allá de la demonológico, de este servidor público. Como una vecina entrometida, el miedo entró en mi cuerpo.

Dueño de un estado donde lo único que progresaba era la pobreza, Tormenta tenía detrás una serie de expedientes delictivos que abochornarían a los asesinos seriales, narcotraficantes y ladrones inmobiliarios de cuello blanco. Había llegado a la gubernatura mediante el fraude electoral y la compra de votos. Ya en el poder, el mandatario estableció un deterioro tan general que Colosio parecía ser gobernado por la averiada central nuclear de Chernóbil. Las semillas de los cultivos se asustaban tanto de crecer en Colosio, que preferían dejarse marchitar por honor como un samurái japonés. Los empleos abortaban del cuerpo de ese estado antes de nacer siquiera. Los habitantes que no tenían los recursos para exiliarse de Colosio, adquirían el fatalismo oracular griego de esperar la inevitabilidad de lo peor. Si un gobernador vecino perseguía periodistas hasta asesinarlos en la clandestinidad, Tormenta directamente organizaba pogromos contra mis colegas disidentes, como la antigua Rusia de los zares contra los judíos.

Con la ingenuidad que caracteriza a los defensores y practicantes de la ley, se esperaba que estas y otras fechorías fueran duramente perseguidas por la Procuraduría General de la República, la policía, o ya de plano la DEA o la CIA, para que al final los robustos huesos de Aniceto Tormenta habitaran la cárcel y sus propiedades regresadas legítimamente al pueblo de Colosio. Pero las fuerzas de seguridad eran incapaces de aprehenderlo. Tormenta se escondía hábilmente en alguna de sus notas pagadas a los periódicos locales, en la seguridad de un estrado donde discurseaba largamente sobre los beneficios de tener piso firme a los beneficiados de un programa social, en el seguro refugio de una reunión con las organizaciones empresariales de Colosio, o bajo el abrigo de miles de paleros ruidosos entrenados por sus grupos sindicales.

Así que cuando se presentó la oportunidad de entrevistar a semejante prodigio de maldad y villanía, decidí superar ese súbito miedo que se me presentó al recibir la notificación de la entrevista exclusiva, y afrontar el desafío. En esta decisión, también deliberé hacer caso omiso de mis dudas deontológicas. Muchos colegas periodistas me tachan de encubridor y cómplice de delincuentes por entrevistarlos en sus palacios de gobierno, que debería denunciarlos en mis notas y ayudar a la gente honesta a hacerles saber su paradero, para que así los linche el populacho en alguna vía pública y se haga justicia. “Tus entrevistas son apologías del delito, como las conversaciones de López Dóriga y Peña Nieto”, sentencian. ¿Pero qué puedo hacer?, mis editores exigen que cubra hasta los pedos que se tiran los políticos, porque según ellos el olor que emanan representa un gran interés para la opinión pública. Además, en un país que entrena a sus mejores francotiradores en volar los sesos de periodistas, no hay posibilidad para hacerse el héroe. O comes cuernitos de jamón y queso amarillo, cortesía del poder, con tus compañeros de fuente, o pereces.

Al llegar a palacio de gobierno, los nervios se agolparon en mi cerebro y se extendieron a mis manos frías y sudorosas. No estaba preparado para lo que atestigüé apenas entrar. Dos guardias de seguridad me hicieron pasar y me dirigí a un pequeño salón, le llamaban área de espera.  “Vengo a la entrevista con el gobernador”, dije apenas entrar, y una chica de mejillas sonrosadas, pelo negro hasta donde la espalda pierde su casto nombre, un pantalón de mezclilla que realzaba la coquetería abundante de sus nalgas y la firmeza de sus piernas, y unas botas cafés que le llegaban hasta la mitad de sus tobillos, me recibió con una sonrisa burocrática que los solitarios confunden con enamoramiento a primera vista, y me dijo. “Siéntese y espere”.

Y allí me tienen en el infierno de la monotonía que precede a la entrevista con Aniceto Tormenta. Scherer contaba que le vendaron los ojos antes de ver al Mayo Zambada. En mi caso, hubiera preferida esa venda o algún sedante para no sucumbir a la desesperante rutina de la burocracia.  La chica escribía en su computadora, y de vez en cuando acudía al despacho del gobernado, para luego regresar y hacer lo mismo de antes. Una cafetera chillaba, y un televisor narraba el caso de una chica que era lesbiana y amaba a su novia pero está en realidad era un hombre operado. Las únicas lecturas disponibles eran un periódico de chismes políticos escrito por chimpancés a sueldo y folletos de propaganda. Eso sí, en una de las esquinas estaba omnipresente el retrato de Aniceto Tormenta, con su mirada anhelante y tierna al vacío, como un James Dean y su rebeldía sin causa. Debajo de la foto había una frase tan apolillada, amarillenta y vetusta como las paredes de la sala de espera, “el trabajo edifica a este gran estado”.

Estas fueron las preguntas que el gobernador contestó en mi exclusiva, mutilando preguntas y acomodándose otras a su gusto y placer, como un amante experimentado de lupanar:

¿Quién es Aniceto Tormenta?

Soy un gobernador piadoso, un hijo amoroso y un padre protector. Soy el marido de todas las mujeres y la mujer de todos los maridos.

¿Cómo fue su infancia?

Maravillosa. Solía moldear pájaros de barro y cuando los lanzaba al aire emprendían el vuelo hacia el cielo, la morada de Dios. También curaba las enfermedades mediante telepatía e imposición de manos.

¿Cómo surgió el deseo de ser gobernador?

De mi amor desinteresado por todas las criaturas vivientes del estado de Colosio. Podría decirse que mi labor no es solo política, sino espiritual. Sacar adelante a Colosio es como un mandato divino. Yo solo soy un conducto para que estimule y nazca la grandeza de este estado y sus benditos habitantes.

Lo acusan de fraude electoral para tomar la gubernatura de Colosio. ¿Qué opinión le merece esto?

Complot. Política ficción.

Dicen que en su gobierno aumentan los pobres y se enriquecen sus familiares, ¿esas son sus políticas de desarrollo social para Colosio?

Los pobres son bienaventurados porque de ellos es el reino de los cielos. Y mis familiares no se enriquecen, solo aprovechan las circunstancias de una economía en bonanza que ha beneficiado a tantas personas en Colosio.

¿Tiene relación con la delincuencia organizada?

I’m sorry, nothing to say.

¿Algo que decir a sus detractores?

Perdón señor cardenal, chinguen a su madre.

¿Puede considerarse el mejor gobernador que ha parido el universo desde su alumbramiento hace 15 mil millones de años?

¡Qué buena pregunta me hace, señor periodista!, pero, de acuerdo a mi talante democrático, dejaré que mi pueblo, al igual que las confederaciones de gobernadores de otros sistemas solares y galaxias donde haya vida inteligente, lo decidan mediante un plebiscito o una encuesta Mitofsky.

¿Cuáles son sus sueños a futuro?

Hacer de Colosio la tierra prometida, la tierra buena y amplia, donde fluye la leche y la miel.

La conversación terminó. Antes de despedirnos, Aniceto Tormenta me toma por la espalda y me pide que posemos para una fotografía, y así probar la veracidad del encuentro.

- Digan whisky - ordena la fotógrafa, que resultó ser la misma chica antes descrita.

Suena el chasquido de la cámara y la luz pinta nuestras caras de blanco, como mimos callejeros.

lunes, 11 de enero de 2016

La muerte de los héroes

Por Andrés Gallegos

La reciente muerte de David Bowie será otro pretexto para que muchas viejas argüenderas de iglesia, con sus rancios consejos morales, dictaminen cómo se debe sentir las personas. La principal admonición será “ay si, ay sí, todo mundo habla bien del muertito ahora que está todo tieso y encerrado en el cajón debajo de tanta tierra, pero en vida ni las moscas se le arrimaban, seguro lo hacen por moda”.

Algo hay de cierto en esta rabieta. Verdad es que hay cadáveres tan inexpresivos y apáticos en vida, cuya elocuencia se reduce a poner la fecha de nacimiento y muerte en el ataúd. Hay personas que fueron tan rácanas y mezquinas en vida, cuya única aportación abundante y desinteresada son sus olores de descomposición, por los cuales nos percatamos de la necesidad de sepultura del cadáver. Igualmente, hay espíritus tan malvados y grotescos que necesitarían propagandistas tipo Goebbels o plañideras profesionales para ser rehabilitadas sus virtudes.

Pero en toda muerte hay desamparo.  De alguien que nos deja un poco más solos en el camino de la vida. Y cuando los fallecidos son personas de pisada firme y huella profunda, genios de obra perdurable para el rock y la cultura popular como David Bowie, crece la protesta multitudinaria hacia la insensibilidad de verdugo de la muerte. Se reúnen las voluntades, se entrelazan solidaridades antes errantes, vagabundas y solitarias, para manifestar juntos la rabia ante la injusticia antropofágica de la deidad que exige nuestra sangre, sin que las más exhaustas y tercas de nuestras súplicas revoquen una decisión la cual nadie nos pidió opinión o parecer.

Reconozco que no soy seguidor de la carrera de Bowie. Apenas he escuchado algunos discos, entre ellos "Hunky Dory" o el asombroso “The Rise and Fall of Ziggy Stardust”, canciones como “Heroes” o “Starman”, y sus colaboraciones con el grupo canadiense Arcade Fire. Hasta recuerdo su faceta como actor en “El gran truco” de Christopher Nolan, interpretando al inventor Nikola Tesla. No tengo la sensibilidad del fan que ahora llora el fallecimiento del admirado artista. Pero entiendo el luto gregario que los hombres destinan a sus héroes caídos, alejado totalmente de la moda entendida como celebración momentánea de lo pasajero.

Los rituales son repeticiones con significado. El “descanse en paz” que la mayoría de las personas dedican a los héroes de guerra cuya espada jubila para siempre, encierra una profunda melancolía y agradecimiento, dentro de un proceso de identificación con el otro. Porque yace una madre que amó, un padre que orientó, un maestro que aconsejó, un amigo que apoyó, una novia o novio que besó, una mujer o marido que quiso y conoció a su pareja mejor que nadie más. Con los héroes más cercanos y admirados, todo esto se multiplica, porque también descansa el que tuvo valor cuando todos los demás tenían miedo, el que creó cuando todos los demás repetían y copiaban, el que construyó mientras los demás destruían, el que emocionó cuando todos los demás aburrían. Porque en su vida hemos vivido la nuestra y viven todas las otras vidas que aún no son arrojadas al sótano oscuro de lo que dejó de ser, hoy dejamos que nuestro héroe descanse en paz.

Y si se habla casi inexorablemente bien de los muertos es porque la muerte, paradójicamente, es la purificación de la vida, rehabilita la memoria, limpia las heridas y olvida los resentimientos. La muerte también es, en cierto modo, simpatía por el que en vida padeció las circunstancias sociales desgraciadas, el deterioro programado de la vejez, la enfermedad que consumió el cuerpo hasta dejarlo hecho una piltrafa, o los dolores físicos y emocionales más agudos y persistentes. Así pues, los ataúdes son abonos donde las semillas se reafirman hasta dar nuevos frutos, no solo la guarida de gusanos que devoran con avidez la carne descompuesta de sus inquilinos

Lamentamos la muerte de los héroes porque con sus hazañas marchitas se deprimen los referentes que marcan nuestra vida. En muchos casos todavía un niño, el ser humano se muestra alérgico y rebelde ante el alivio del deceso en forma de duelo que propone el tiempo. Aún necesitamos de padres, guías, luces con las cuales iluminarnos en la oscuridad, alimento que nos sacie el hambre que siempre renueva el apetito. En el caso de los artistas y genios, su ausencia se ahonda porque ellos son los que proponen con su trabajo nuevas formas de vida, lejanas a las burocráticas y vacías que nos proponen los medios hegemónicos de pensamiento. Así, su alejamiento definitivo veta la posibilidad de trascender la vida de maneras novedosas, limitándose a recurrir a la memoria histórica, desprovista de la adrenalina que provee el diario vivir, donde nos preguntamos cuál será la nueva creación mitológica del héroe.

Así que comprendo a los fans de David Bowie cuando se reúnen por millones a despedir a su héroe por última vez, y también entiendo la solidaridad de quienes no son seguidores del camaleónico  músico. En mi caso, me pasó algo semejante cuando murió Miguel Calero, el futbolista colombiano. Yo no era seguidor del Pachuca, ni tampoco hubiera matado por recibir el autógrafo del guardameta. Pero sentí una extraña opresión en el pecho cuando falleció. Era un tipo de vida profesional ejemplar, y su prematura muerte (feneció a los 40 años de un padecimiento cardiaco) me pareció injusta, al igual que sorprendente el cariño de la gente. Familiares míos que admiraban al papa Juan Pablo II siguieron con ambiente de velorio, por televisión, el transporte de su cuerpo hasta las grutas de la Basílica de San Pedro, mientras en Roma muchos lo lloraban. Cuando fallecieron los actores Robin Williams y Phillip Seymour Hoffman, no solo lamenté la muerte de dos grandes del cine de Hollywood, sino la corrosiva fragilidad tanatológica que dejaron oxidar en sus espíritus hasta que se les pudrió la vida, uno por suicidio al saber que tenía Mal de Parkinson, el otro por una sobredosis de heroína.

Censuradores de muertes ajenas, dejen que los fans entierren a sus héroes, que extenderemos nuestros brazos en solidaridad cuando se les mueran los suyos.

viernes, 8 de enero de 2016

Historias que no te contaron de la captura del Chapo

Por Andrés Gallegos

I - MEMORIAS DE UN SOLDADO DE LA MARINA

Estábamos todos ahuevonados y con sueño, porque a nuestro mando se le ocurrió atrapar al Chapo Guzmán desde antes de las cuatro de la mañana, con el pretexto de que a quien madruga, Dios le ayuda. Le decíamos a nuestro teniente que mejor lo agarráramos despuesito de las tres de la tarde, con suficiente sol para ver por dónde se nos escapaba pero sin tanto calor que no nos hiciera sudar a chorros. Pero el jefe, supersticioso y terco, nos aseguró que la captura del narcotraficante tenía que ser pronto, porque si no lo capturábamos antes de las nueve de la mañana, el dólar aumentaría su precio hasta los 20 pesos, ya que informes privilegiados aseguraban que esta moneda estaba confabulada con el Chapo Guzmán para poner de cabeza la economía de nuestra nación.

Como yo no entiendo nada de eso del dólar, porque me alimento de frijoles caldudos y cecina dura, pero obedeciendo las órdenes de mi teniente, marchamos hacia Los Mochis y después de una balacera y algunos muertos, capturamos al Chapo Guzmán. Cuando estaba en entrenamientos con la Marina, nos decían que este señor era el más peligroso, pero cuando lo tuvimos en nuestro poder, el señor se dejó atrapar de manera mansa, como un niño que recibe el castigo merecido de sus padres. “Así que nos vemos de nuevo, muchachos”, nos dijo con voz fatigada por el sueño. “¿Ahora a que penal me van a llevar?”, nos preguntó de una manera tan amable y cortés que yo tenía ganas de decirle “si no lo quieren en las cárceles de nuestra nación, en mi casa hay espacio para usted, mi mujer hace una sopa de fideos riquísima, le va a gustar”. Pero en la Marina tenemos prohibido hacer esta clase de confidencias, aún con delincuentes de largo trato y tiempo de conocernos.

Ya con el Chapo en nuestro poder, el jefe de comando nos felicitó por nuestra labor insigne y patriótica, y nos dijo que en unos minutos más nos traería una sorpresa. Pensaba en las putas y el alcohol que nos íbamos a zampar, cortesía del Ejército, cuando se presentó ante nosotros el señor presidente, comandante supremo de las fuerzas armadas, Enrique Peña Nieto. La emoción nos embargó a tal punto que unos lamentaban no traer pluma y papel para pedirle un autógrafo, otros sacaban los celulares que le confiscaron a los muertos en la refriega de unas horas antes y le tomaban fotos que les encargaron sus esposas, porque estas querían ver lo guapo que estaba, y unos más, me incluyo, pensábamos en lo buena que estaba su hija Paulina. Cuando me tocó el turno de estrecharle la mano, ya le iba a decir “suegro” pero las estrictas reglas marciales, que nos impiden llamar al presidente sino por su nombre completo y siempre anteponiendo el “comandante supremo de las fuerzas armadas, azote de Dios y centauro de las mil victorias”, bajo pena de ser juzgado por un tribunal militar como traidor a la patria, me obligaron a respetar el protocolo.

Luego de los saludos, el presidente sacó unas hojas donde, pensaba ilusamente, tenía escrito su discurso de victoria, pero las utilizó para secarse el sudor. Hice saber mi sorpresa ante semejante acto, pero un compañero me comentó que el presidente no lee más que la Biblia, y no toda, solo algunas partes. “Probablemente se está preparando para cuando venga el Papa Francisco  y no lo agarren en curva”, terminó mi compañero, mientras para mis adentros pensaba en que tal vez la captura del Chapo no se debía a eso del dólar, sino para que el Santo Padre no se asustara por las balas y el narcotraficante no utilizara el culto a Jesús Malverde para restarle competencia.

Aun así, yo esperaba un discurso motivador, donde a nuestra hazaña se le comparara con Gaugamela, Maratón o Austerlitz, repleto de expresiones como “patriotismo acerbo y ardoroso”, “cumplimiento del deber”, “servidores de la nación” o “México avanza hacia la prosperidad”, pero luego de unos segundos de reflexión, nuestro señor presidente señaló a la dirección del Chapo, que estaba jugando quintilla con dos de los soldados.

“Pongan enfrente de mi al Chapo, quiero hablar con él”, dijo.

Llevamos al delincuente a su presencia, el presidente lo miró fijamente y con odio, mientras que El Chapo le soltó una mirada tierna como diciéndole “¿me extrañaste, tesoro?, dime algo, ¿por qué me miras así?”

“Joaquín Archivaldo Guzmán Loera”, empezó nuestro comandante supremo, con tono melodramático de telenovela, “tú, miserable canalla, prometo… que acabaré contigo, malnacido infeliz”.

El narcotraficante no replicó. El presidente prosiguió su plática

“Jamás te perdonaré lo que me hiciste, ¡y no me mires como si no lo supieras!. Pero al fin nuestra familia descansará en paz, porque tú, si tú Joaquín, mataste a mi esposa Mónica y eso nunca, me entiendes, nunca te absolveré de esa canallada, por más que quieras escapar para evitar tu sentencia”.

“Pero Enrique”, interrumpió el Chapo, “¿pues que tu esposa no se murió de… esta enfermedad… epilepsia?”.

Ante semejante falta de respeto a la investidura presidencial de nuestro supremo comandante, mediante una alusión totalmente personal y delicada, Enrique le propinó una cachetada al narcotraficante y acto seguido volteó hacia nosotros y nos dijo

“Apártenlo de mi vista y enciérrenlo, pero antes, llévenselo a López Dóriga que me pidió una entrevista exclusiva con el Chapo, así de cuates. ¡Y cuidadito con que se vuelva a escapar!, ¿eh?”.

Nos llevamos al Chapo hasta la sede provisional del comando, y mientras el narcotraficante iba con nosotros, una señora cuarentona dijo con una voz alta y rencorosa “¿dicen que ese Chapo es un criminal peligroso?, un pendejo que se deja capturar tres veces no asusta ni a los muertos”. Casi enseguida, un señor de lentes que tenía un periódico “La Jornada” debajo de la axila izquierda nos gritó, “mentirosos, ese no es el Chapo, es Don Rogaciano, el señor que repara llantas en el Centro, basta de engañar al pueblo”, con una certidumbre tan demoledora que tuvimos que pedirle al Chapo su credencial del INE para corroborar que si era él en persona.


II - CARTA DE AMOR DEL CHAPO A LA CARCEL

Vieja ya mero regresa tu viejo de Sinaloa que te dejó toda solita durante cinco meses pero ya voy de vuelta para darte el amor por el que tanto reniegas y deseas cochinota entonces qué dices que se arme la peda y la carne asada porque el Chapo el mero mero del cartel de Sinaloa vuelve para demostrar quién es el más chingón y a todos esos pendejos que te coqueteaban en mi ausencia se los va a cargar la verga pero si me llego a enterar que le entregaste el culo a alguno de esos presos te la voy a meter con todo y mi cuerno de chivo para que de una vez entiendas que el Chapo es tu hombre culera.

Por ahí me enteré que andas diciendo que ya no te quiero que ya me olvidé de ti y me mandas a los federales para que me busquen según tú porque yo estoy en malos pasos matando gente vendiendo droga y empedándome con mi compadre el Mayo de quien dices es muy culero porque desde tu juventud le echaste los perros y él ni te peló pero se te olvida pinche vieja ingrata que yo me enamoré de ti desde aquel 1993 en donde los pendejos del gobierno me usaron de carnada por lo de aquel cardenal que se chingaron en el aeropuerto de Guadalajara y me traían todo puteado desde Guatemala mientras los federales me decían que confesara y yo les decía a todo sí lo que ustedes digan y manden y ellos me decían que dejara de hablar que yo era un buen soplón pero que me callara la puta boca porque les decía que todos los policías generales y procuradores eran todos unos pinches corruptos pagados y mantenidos por nuestro cartel y todo el puto gobierno era una bola de bandidos que bailan como monos de circo cuando les ofreces billetes del narco pero los federales me decían que me callara que era un metiche y que más valdría que cambiara mi declaración sino me pudriría en la cárcel como Don Neto y yo no les dije nada porque entonces me puse a pensar en el momento cuando valimos verga y recordé esa vez que algún pendejo mató a aquel agente de la DEA y los putos gringos se nos dejaron ir encima como chuchos ellos son así te ponen y luego te tumban.

Entonces nos enamoramos y de verdad yo te amaba bien sobre todo cuando me pedías que te zangoloteara los barrotes de tus piernas porque los sentía muy fríos y cuando te tocaba te estremecías y llorabas y gemías como una gatita y cuando acariciaba tus paredes duras y grises estabas muy cerca de mí y me abrazabas pidiendo más amor y cuando despertaba todas las mañanas allí estabas tú para decirme al oído que nunca me dejarías solo que estaríamos juntos para siempre pero tu amas y demandas demasiado de mi me quitabas mucho tiempo y necesitaba ser libre me asfixiabas y pues el hombre necesita salir conocer el mundo y no quedarse encerrado entre paredes y rejas te decía todo eso y tú toda necia con que debía guardarte fidelidad el destino nos unió nacimos el uno para el otro y que solo la tumba podía separarnos yo no me acordaba de haberme casado en ningún pinche altar para jurarte amor eterno pero tú toda celosa te enojabas si me ponía a sobornar a los guardias a tirarme a las cocineras y las putas o a hablar con mis amigos del cartel y yo te decía algún día voy a escapar de ti hija de la chingada y tú gritabas y me llorabas diciendo perdóname mi Chapito ya no te vuelvo a decir nada pero minutos después seguías chingando y yo ya estaba hasta la madre.

Así que un día aproveché que llevaba la ropa a la lavandería por ti y me fui de tu vida por los próximos trece años a esconderme en las montañas de Sinaloa allí donde ni muerta pudieras encontrarme cabrona pero eras tan pinche rogona que hasta ausente me buscabas mientras me convertía en el capo más chingón de la droga tú me dices que yo soy un ingrato y un infiel pero lo que se te olvida cabrona es que siempre pensaba en ti en todo momento y te veía en todas partes en los cuerpos colgados de los pendejos de los Zetas en la revista esa gringa donde decían que era de los más ricos del mundo en los billetes ensangrentados del cadáver del traidor y miserable de El Barbas que mató a mi hijo Dios lo tenga en su gloria y en cada balacera donde nos chingábamos a nuestros enemigos en cada narcocorrido que me dedicaban en cada sembradío de mota y en cada uno de los políticos alcaldes y gobernantes que me sonreían embarrados de mierda y asustados porque su vida dependía de mi protección allí estabas tú culera siempre chingando que regresáramos juntos que todo estaba perdonado mientras en mi mente te decía que no y tú me mandabas a la DEA y a la PGR y al Ejército a encontrarme mientras yo te gritaba sigue enviando a más pendejos de estos que jamás volveré arpía del demonio.

Tanto era tu amor esclavo que me agarraste y me volví a vivir contigo en 2014 mientras me volvías a ver me decías que cambiado estás ese bigote no se te ve bien que si deveritas era yo y te respondía que dejarás de estar chingando ya me tenías a tu lado otra vez que más quieres pero tu insistías en que debía sentar cabeza y que formáramos familia que no importaba todos los hijos que tenía regados con mis otras mujeres que tú me amarías tal cual era pero eres insoportable y celosa maldita bruja siempre vigilándome con el garrote de guardia y las cámaras de vigilancia a donde quiera que iba una noche toda histérica me dijiste que si me volvía a ir me encontrarías por cielo mar y tierra hasta el fin del mundo y fue así que me decidí escabullirme por debajo del suelo hasta ver la luz al final del túnel porque tu obsesión hacia mí me orilló a huir de ti como una rata de alcantarilla porque hasta ese nivel tan bajo rebajaste mi dignidad vieja cabrona pero en libertad estaba solo y mientras me tiraba a decenas de putas buscaba en su piel tu olor y en sus labios tus besos y mientras mis amigos me decían Chapo bienvenido a su casa a sacar el negocio adelante más cansado me sentía y tú no estabas a mi lado para poder descansar en tus brazos.

Porque te extraño y te necesito es la razón por la que vuelvo a ti no sé qué pinche embrujo habrás hecho pero al fin reconozco que eres el amor del resto de mis días así que prepárate vieja porque tu hombre ya regresa contigo a ver si de una vez te quitas esos pinches celos que el Chapo es hombre de palabra y que mi amor por ti es verdadero y puro pero te advierto mi cabrona que si luego me estás chingando ya sé cómo escapar de tus abusos vieja arpía así que tómame pero como soy para siempre o tendré que huir de nuevo y yo sé que eso no quieres porque tienes miedo de morir sola y vacía y porque nadie te llena la vida como yo lo hago entonces amémonos con lo que nos queda de nuestros viejos y arrugados cuerpos y mientras te la meto pueda sentir tus chichis y tu pucha mientras en algún lado suena el narcocorrido que dice hijos que alegría me da estoy bien en el penal cómo se encuentra mi gente allá por la capital hijos también los extraño pronto voy a regresar.